En ocasiones no somos conscientes del nivel de detalle que esconde esa cerveza que nos conquista al instante: cuáles son las claves de su sabor, su amargor, su frescura o de cualquiera de los cientos de matices que la definen. Son muchas las variables que entran en juego en el resultado, en el cual influye hasta el más ínfimo grano; en este caso, nos referimos uno vital para su elaboración: la malta.
La malta es uno de los componentes principales de la cerveza -es el segundo ingrediente solo por detrás del agua- y la que le aporta cuerpo. No es de extrañar que su elección suscite un gran interés en los productores de cerveza artesana, que cada vez apuestan más no solo por las maltas especiales, sino también por las maltas bases para elaborar sus propuestas cerveceras.
Al tratarse de organismos vivos, las maltas se enfrentan a retos como la alteración que suponen los factores climáticos para el rendimiento y calidad de las cosechas. En este sentido, la investigación es fundamental para que la industria cervecera logre contar cada año con maltas de calidad. Este es el cometido de IntermaltaCraft, referente en la elaboración y suministro de maltas a los cerveceros artesanos. Una de sus líneas de trabajo es su micromaltería, un espacio totalmente automatizado que está resultando clave para el desarrollo e investigación de las maltas.
Para entender mejor esta herramienta es importante conocer en qué consiste el malteado, un proceso de germinación controlada de los cereales -principalmente de cebada- mediante el que se obtiene la malta. Es el primer paso en la elaboración de la cerveza y son muchos los factores que influyen en el resultado, desde la humedad o la temperatura durante la germinación hasta el tiempo de remojo.
La investigación, clave de la micromaltería
Lo más destacado de la micromaltería de IntermaltaCraft es que les permite maltear pequeñas cantidades de distintos tipos de cebadas en unas mismas condiciones. El procedimiento permite variar los tiempos, temperaturas y humedades en germinación, probar diferentes perfiles de tostación y analizar la reacción de cada cebada. De este modo consiguen determinar cuál de ellas es la que logra mejores resultados para crear un tipo de malta concreta.
Así lo explica Javier Jiménez, responsable de IntermaltaCraft: “Teniendo como objetivo el tipo de malta que queramos obtener podemos trabajar sobre el programa cambiando tiempos en remojo, los perfiles de humedad y temperatura durante la germinación y temperaturas y tiempos en tostación”.
Este procedimiento de optimización está siendo clave tanto en el suministro de maltas de óptima calidad para los productores cerveceros como en la investigación y desarrollo del sector de las maltas. Tal como indica el responsable de IntermaltaCraft “la micromaltería nos ha permitido optimizar los procesos de la maltería, así como colaborar con organismos oficiales con el desarrollo de nuevas variedades de cebada”.
El proceso que se lleva a cabo desde la micromaltería permite además realizar interesantes hallazgos e investigaciones que contribuyen a la innovación y desarrollo del sector cervecero. “Todos los años cuando micromalteamos la nueva cosecha obtenemos nuevos descubrimientos”, confiesan desde IntermaltaCraft. Asimismo, añade: “La información que obtenemos es cómo descubrir los secretos y matices que ha desarrollado la cebada con la climatología propia de ese año”.
El mejor servicio para los pequeños cerveceros
Gracias a la labor desarrollada en la micromaltería, IntermaltaCraft logra obtener el máximo potencial de cada grano. Este proceso resulta un aliciente para que los productores de cerveza consigan una materia prima óptima que les permita elaborar un mejor producto. De ello se beneficia además el consumidor final, ya que puede contar con cervezas elaboradas a partir de las mejores maltas que se traducen en cervezas de extraordinaria calidad.
En palabras de Javier Jiménez, la micromaltería ha demostrado ser “la herramienta más eficaz e imprescindible para la producción”. Gracias a ella desde IntermaltaCraft realizan multitud de ensayos sin la presión de que los lotes que se produzcan no sean aptos.
“Siempre se ha dicho que los experimentos mejor con gaseosa. Aquí no hay peligro de que la malta salga mal, ya que podemos hacer tantas pruebas sean necesarias”, concluye.
En definitiva, elaborar buena cerveza es una montaña en la que importa hasta el más pequeño grano, en este caso, de malta. Gracias a la investigación y a la innovación de proyectos como el de IntermaltaCraft es posible seguir avanzando en la dirección de una mejor calidad y variedad en el sector cervecero.