La sostenibilidad en los modelos de producción es una cuestión cada vez más presente en los protocolos y planes estratégicos de la mayoría de las empresas. En este sentido, existe una relación directa entre innovación y sostenibilidad. Y parece que este binomio funciona a la perfección.
Las compañías que más apuestan por la colaboración con entidades como universidades u otros agentes dedicados a la investigación científica son las que cuentan con unas políticas medioambientales más avanzadas. Dicha inversión tanto en personal como en recursos es una apuesta de largo recorrido que repercute de forma positiva tanto a empresas y consumidores como al medio ambiente.
Es el caso de Intermalta, referente en España en cuanto en la fabricación de maltas. La compañía acaba de ser reconocida con la medalla de oro EcoVadis, una certificación que evalúa el desempeño de la Responsabilidad Social Corporativa de manera transversal en la que participan los actores más importantes del sector de alimentación a nivel global.
“Esta medalla nos sitúa en el grupo de los 5% mejores y eso es para estar orgulloso”, explica Antonio Moral, director de Calidad, Sistemas y Medio Ambiente de Intermalta.
Esta plataforma mide el desempeño del impacto ambiental, pero también el de los proyectos sociales que Intermalta tiene con quienes interaccionan con su entorno.
De este modo, según explica Antonio Moral, “entran a valorar los medios que hemos puesto en marcha para mejorar la conciliación de las personas que forma el equipo, se asegura que la formación impartida es adecuada, que existen los canales de comunicación interna necesarios para salvaguardar el cumplimiento de nuestro código ético, la mejora continua y el cuidado de la seguridad y salud de las personas”.
El camino hacia un modelo de producción más sostenible
En Intermalta cumplen con un protocolo muy exhaustivo en todo lo referente a sostenibilidad ambiental, incluido el protocolo de calidad establecido desde el inicio del proceso hasta el mismo momento de comercialización.
Por otro lado, es indispensable una estructura sólida con personal cualificado y comprometido. En el camino recorrido por Intermalta para lograr un modelo de producción más eficiente y sostenible fue fundamental contar con un apoyo del conjunto de la empresa “al más alto nivel”. Para ello, explican, es vital “una buena estrategia y el convencimiento que no hay camino alternativo para seguir estando presentes en el medio-largo plazo”.
En cuanto al plano medioambiental, el secreto de la compañía está en el aprovisionamiento de cebada y el impacto de su consumo energético.
“En Intermalta estamos enfocados en conseguir que el 100% de nuestra producción de malta provenga de cebada cosechada en España y en la disminución de la huella de carbono de las energías que consumimos”, detalla Antonio Moral.
Para ello trabajan con su certificación ISO 14.001, bajo un estricto protocolo, en la mejora continua de la generación de residuos y depuración de aguas residuales, entre otras iniciativas, con el fin de minimizar su impacto medioambiental.
Innovación e investigación, la clave de la evolución
La investigación y la innovación, como indicábamos anteriormente, son un aspecto esencial. En esta área, Intermalta tiene varios proyectos en marcha de distinta índole. Algunos de ellos están enfocados a la mejora de la sostenibilidad del cultivo de cebada en España, un hito para el que trabajan codo con codo la universidad. Además, colaboran con centros tecnológicos en proyectos que les permite seguir mejorando la calidad y asegurar la seguridad alimentaria de su materia prima y de su producto final.
El próximo objetivo de la marca es continuar con un crecimiento transversal en todo lo referente a modelos de producción respetuosos con el medio ambiente. “Nuestro principal reto es seguir mejorando nuestro impacto ambiental y fomentando el cultivo de cebada cervecera en todo el territorio nacional, pero dándole igual importancia a las personas y a nuestra interacción con la sociedad de la que todos formamos parte”, aclaran desde la empresa.