Kwak, la cervecera belga bicentenaria conocida por su famoso vaso

por | Cerveceras, Cervezas belgas, Historia

La cerveza Kwak, conocida por su singular vaso, celebra este año su 230 aniversario envuelta en una curiosa leyenda

 

«Vale la pena, sírveme otra Kwak fresca». Esta particular frase es el eslogan y el resumen del éxito de una de las birras más populares de Europa, la cerveza Kwak.

Hay que remontarse a 1791 para conocer el origen de esta birra, también llamada Pauwel Kwak, como su creador. Es por eso que la bebida celebra este año su 230 aniversario envuelta en una curiosa leyenda según la cual, esta icónica belga debe su nombre al tabernero que ideó la receta para servirla a los viajeros que paraban en su posada.

 

Kwak, la cerveza belga cumple 230 años | Loopulo

 

Historia de la cerveza Kwak

Parece que hay más marketing que realidad en esta historia que comienza con Pauwel Kwak, un tabernero que regentaba la posada ‘De Hoorn’, que algunas fuentes sitúan en Buggenhout y otras en Dendermonde. Sea como fuere, ambas ciudades están a unos 15 minutos y a mitad de camino entre Gante a Malinas.

El caso es que alrededor de la fecha que nos atañe entró en vigor en Flandes el Código Napoleónico, un conjunto de leyes que pretendía dotar de estabilidad política a los cambios revolucionarios de 1789. Entre muchas otras normas, la legislación estableció la prohibición de que los cocheros se relacionaran con sus pasajeros en las posadas, obligándolos a quedarse cuidando del carruaje y de las pertenencias que llevaba.

 

El avispado cervecero Pauwel Kwak

Como cualquier taberna que se precie, una parte sustancial de los ingresos de Pauwel Kwak derivaban de las visitas de esos conductores, que elegían De Hoorn para hacer «un descanso» antes de proseguir la marcha.

Así que este cervecero avispado ideó un particular recipiente, alargado y de gran capacidad, que pudiera sujetarse sin romperse en el asiento delantero del carruaje, donde iba el cochero. Esto les permitía tomar buenos tragos de cerveza al retomar la ruta y tener las manos libres, al dejarla en la sujeción de madera. De vuelta por el camino solo tenía que hacer otra «parada de repostaje» y a seguir.

Kwak, la cerveza belga cumple 230 años | Loopulo

Además el recipiente, al no tocar el cristal directamente con la mano, permitía que la cerveza se mantuviese fría por más tiempo, gracias a lo cual sigue estando de moda en muchas cervecerías flamencas.

Gracias a todo eso el vaso, que pasaría a conocerse como «yarda» por su tamaño, se convirtió en un símbolo de la cerveza Kwak.

Cuando los cerveceros de Brouwerij Bosteels conocieron la historia, añadieron la receta y el recipiente a su catálogo de productos.

 

Brouwerij Bosteels

La cervecería Brouwerij Bosteels comenzó su andadura a finales del siglo XVIII en Buggenhout de la mano de Jean-Baptiste Bosteels que, como explican desde su web, falleció solo tres años después. A partir de entonces sus hijos y demás descendientes fueron haciéndose cargo del negocio, que continuó su actividad incluso durante las Guerras Mundiales.

 

Kwak, la cerveza belga cumple 230 años | Loopulo

 

Como curiosidad, tres de las siete generaciones de los Bosteels han sido alcaldes de Buggenhout, lo que delata la importancia que la fábrica tiene para la ciudad.

A partir de 1930 la cervecera fue ampliando las ventas a otras regiones y comenzó a comercializarse en ciudades como Gante, Amberes o Bruselas.

Fue Ivo Bosteels, perteneciente a la sexta generación, quien recuperó la icónica cerveza Kwak y la devolvió al mercado en 1980. Algunas fuentes apuntan que los Bosteels fueron los fabricantes de la birra del vaso desde hace 200 años, pero parece que realmente solo rescataron la marca y su leyenda para darle un giro a la empresa y apostar por «cervezas fuertes y modernas» entre las que también se encuentran Tripel Karmeliet y DeuS Brut des Flandres.

 

Características

Pauwel Kwak es una Belgian Strong Ale con una graduación alcohólica es del 8,4 %. Está elaborada con agua subterránea de un pozo a más de 100 metros de profundidad, con cebada malteada y dos tipos diferentes de levaduras.

De color ámbar y espuma densa, destacan sus maltas dulces de caramelo y cereal pero con toques frutales que la balancean muy bien.

Las notas de cata (sí, esas imaginativas cualidades que le otorgan a las bebidas) aseguran que en nariz se aprecian aromas dulces, a malta acaramelada y a frutas como piña, plátano. En boca destaca el sabor denso, maltoso y dulce, de plátano, regaliz y con un toque picante. También aseguran un final seco y un punto amargo.

Respecto a la temperatura de servicio, se recomienda beber entre 5 y 6 grados, y por supuesto decantada en su yarda.

Al ser una cerveza potente, marida bien con quesos, encurtidos, ahumados e incluso carnes blancas.

 

La yarda o koetsiersglas

El vaso de cerveza Kwak, conocido como yarda o koetsiersglas (copa de cochero), se distingue por su aspecto alargado, con una curiosa forma de bocina y que se sujeta con un soporte de madera. Estas particularidades le dan un aire a las probetas y porta probetas que se usan en los laboratorios. ​

Como ocurre con otras cervezas como Stella Artois, los fabricantes indican el modo de tirar la Kwak en este particular recipiente. Según estas directrices, hay que inclinar el vaso ligeramente y verter la birra dejando dos centímetros de espuma «en la esfera inferior del vidrio y dejar que la cabeza de espuma llegue al borde». Tras unos 15 segundos, la espuma se estabilizará a unos 7 cm del borde superior del vidrio Kwak.

Como hemos apuntado, gracias al soporte de madera que limita el contacto, la cerveza se mantiene fría por más tiempo.

 

Kwak, la cerveza belga cumple 230 años | Loopulo

 

No obstante, como explican desde La Vanguardia, el vaso tiene «un grave problema», y es que su atractivo hace que muchos clientes se lo intenten llevar a casa con alguna treta. Por eso hay cervecerías como Dulle Griet, en Gante, que solicitan un zapato como fianza a cambio de la bebida. El calzado se mete en una cesta que cuelga sobre los consumidores hasta que se devuelve la yarda. Pero a pesar del invento, se dice por la ciudad suelen pasear más de una y un ‘Ceniciento’ sin zapato pero con un trofeo bajo el abrigo.

 

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