La cerveza en España antes y después de la Guerra Civil

por | Cervecerías, Historia

La historia de la cerveza en España ha pasado por numerosos altibajos, especialmente durante la Guerra Civil y el periodo autárquico de la dictadura franquista, que hizo que se desplomara la producción un 40% durante la primera década de posguerra

 

 

 

Historia de la cerveza en España durante Guerra Civil

Aunque el pasado año el consumo total de cerveza superara la barrera de los 40 millones de hectolitros según el ‘Informe socioeconómico del sector de la cerveza en España 2018’, y seamos el cuarto estado productor de cerveza de Europa, la relación histórica de nuestro país con esta bebida ha pasado por etapas difíciles que han hecho peligrar su existencia.

 

El preludio de la cerveza ibérica

Los inicios de la cerveza en España se remontan a los siglos IV y III antes de Cristo. En la época de los pueblos íberos, que la denominaban ‘caelia’ y la consumían de manera habitual.

No obstante, y pese a que se han encontrado evidencias de su uso, durante la época romana comenzó su declive. Las propias costumbres de este pueblo; el clima mediterráneo, que facilitaba el cultivo de la vid; junto a la posibilidad de una mejor conservación a las temperaturas propias de la península, provocaron que la producción de cerveza fuese relegándose a lo anecdótico.

 

La Real Fábrica de Cerveza de Carlos I

De este modo, aunque durante el reinado de Carlos I volvió a tener cierta relevancia y se fundó la Real Fábrica de Cerveza junto a la orilla del río Manzanares, la producción de esta bebida se mantuvo con nuevos altibajos hasta el siglo XIX. De manera general, la falta de conocimientos en su elaboración y de técnicas de conservación adecuadas, fueron determinantes para que la gente prefiriese el vino y otras opciones de refresco como la horchata o incluso la zarzaparrilla antes que la cerveza, que se consumía en muchos casos con limón para mejorar su sabor.

 

 

 

El nacimiento de una nación cervecera

A finales del siglo XIX y principios del XX, la producción comenzó a despegar alcanzando los 15 millones de litros. Una verdadera revolución cervecera que dio origen a algunas de las grandes compañías españolas como Damm (1876), Mahou (1889), El Águila (1900), La Cruz del Campo (1904), entre muchas otras.

El crecimiento del sector propició la creación de la Asociación de Fabricantes de Cervezas de España. A ella pertenecían cerveceras como El Águila Negra, El León, La Esperanza, Cervezas de Santander, Estrella de Galicia, Santa Bárbara, La Zaragozana, La Cervecera del Norte, La Vizcaína y La Salve.

 

La Guerra Civil que acabó con la cerveza

Este ciclo positivo terminó con la Guerra Civil. No solamente afectó a la producción de cerveza, sino a la propiedad de las fábricas, ya que muchas de ellas fueron requisadas y cambiaron de dueños.

Como explica el economista Alonso Moreno, de la Universidad de Jaén, en un artículo publicado por la web de noticias Materia, la fábrica barcelonesa de Damm se convirtió en 1936 en una industria colectivizada, controlada por sus 615 trabajadores. No obstante este experto, que ha dedicado más de una década al estudio de la cerveza en España, subraya que «la gestión parece que fue eficaz, ya que Damm no dejó de producir en el transcurso de la guerra, mientras que fábricas de Madrid sí tuvieron que parar».

 

 

 

El Águila de los Republicanos

Como recoge el citado medio, «en Madrid, la fábrica de Santa Bárbara fue intervenida por un comité obrero de UGT, que se veía obligado a suspender sus reuniones ‘por obuses y cañonazos’ que se escuchaban durante las sesiones, según consta en las actas del sindicato. Respecto a El Águila, se tiene constancia de que la fábrica fue incautada por el bando republicano durante más de 32 meses y algunos directivos fueron asesinados», explica el economista.

A pesar de todo ello, la peor etapa llegaría tras el conflicto armado ya que, aunque la propiedad de las fábricas volvió a sus antiguos propietarios, la ruina del país y la autarquía impuesta por la dictadura de Franco hizo que la distribución de ingredientes básicos como la cebada o el lúpulo se viera interrumpida, obligando reducir o parar la producción, que cayó un 40% en la primera década de la posguerra.

En estas circunstancias, como apunta el experto, la producción nacional de cebada no podía de abastecer a las fábricas. Además, las restricciones de la política comercial y monetaria dificultaban las importaciones. Esto llevó a los productores a sustituir la cebada cervecera por cebada forrajera, empleada para dar de comer al ganado.

«Aunque teóricamente el organismo patronal asignaba las materias primas en función de las cuotas, siempre hubo sospechas de su ‘debilidad’ hacia aquellas compañías más ligadas al régimen, como El Águila» recoge el artículo publicado en Materia. Moreno recuerda en su estudio que El Águila era la compañía mimada por la dictadura. No en vano, el propio Manuel Fraga Iribarne fue director general de la empresa cuando dejó de ser ministro de Información y Turismo en 1969 tras el caso Matesa, uno de los mayores escándalos del final del franquismo.

 

 

 

El renacer de la cultura cervecera

No fue hasta la década de 1960 cuando el sector volvió a reactivarse, motivado por el desarrollismo y la apertura. «En la década de los sesenta, España vive un proceso sociológico desde la cultura de la taberna propia de los pueblos a la cultura del bar propia de las ciudades. Pasa del vino a la cerveza», apunta el economista. En este contexto, el país pasó de producir 343 millones de litros en 1960 a 1.230 millones en solo una década.

A partir de ese momento las mejoras tecnológicas en el envasado automático, el auge del turismo y la llegada de las grandes marcas propiciaron el despegue de la cerveza en nuestro país, que en los últimos años ha experimentado una segunda revolución con la llegada de las artesanas.

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